Los talentosos judíos escapados de la Alemania nazi: La memoria perdida de David Oliver

02/Mar/2015

Milim Cultural Nº 204, Por Alicia Benmergui

Los talentosos judíos escapados de la Alemania nazi: La memoria perdida de David Oliver

Los historiadores en sus
investigaciones desarrollan frecuentemente una relación afectiva con el tema
con que han elegido trabajar y ese es el caso del historiador de cine
Jan-Christopher Horak.
En este artículo nos
cuenta su grado de identificación con la investigación sobre el exilio de los
cineastas de habla alemana de Berlín y Viena después de la ascensión de Hitler
al poder en 1933. Señala que a partir de su historia oral de la Fundación Louis B. Mayer y su tesis, así como a través
de numerosos artículos posteriores, estos refugiados en su mayoría judíos,
estimados en más de 1.500, se han convertido en una parte de su vida. Por lo
tanto, cuando Mark Oliver, un actor-productor canadiense, lo llamó el otoño
pasado para contarle acerca de su abuelo, David Oliver, era como si un primo
perdido hace mucho tiempo hubiera repentinamente aparecido en su puerta.
Horak había escrito sobre
David Oliver ya en su tesis de maestría sobre la fundación de la compañía de
cine UFA, y ya sabía que había sido uno de los pioneros de la industria del
cine alemán, pero había perdido su rastro en la década de 1920 y no tenía ni
idea de que él era de hecho uno de “sus emigrados,” como a su esposa
le gusta llamarlos. Hace apenas un año en el Festival de Cine de Berlín, logró
dar finalmente con Doña Francisquita (1934), una película española dirigida por
un equipo de exiliados alemanes, entre ellos el director Hans Behrendt que
sería asesinado en Auschwitz una década más tarde, pero no tenía ni idea de que
David Oliver había fundado la productora de la película, Ibérica Films. La
semana pasada, Mark Oliver estaba en la ciudad para hacerle una entrevista para
el documental de HBO, UFA MAN…The Story of Movie Pioneer David Oliver.
Mark también se descubrió
a si mismo cuando se enteró de la naturaleza de la carrera de su abuelo después
de la muerte de su propio padre, cuando encontró varias cajas de recortes y
fotografías en la finca de su padre, enterándose por primera vez no sólo de los
ilustres logros de David Oliver, y también de que era judío.
Cuando Mark le preguntó
cómo podría haber sucedido que un hombre de la importancia de Oliver
simplemente había caído en el olvido en la historia del cine, le explicó que el
abismo de 1933 había tragado a muchos en la industria del cine, cuyos nombres
no figuran en la películas ni en los créditos de producción: ni los de los que
trabajaban en las oficinas, los distribuidores, los propietarios de los cines,
las mujeres de la publicidad, los agentes, etc. Sus historias aún no se han
escrito.
David Oliver nació en
Galizia en 1880, y al igual que muchos, tratando de escapar de los periódicos
pogromos en el Shetl, había emigrado hacia Occidente y se había germanizado a
sí mismo, al parecer, fundando un cine en Bremen, ya en 1905. Bremerhaven fue
el principal puerto de embarque de Europa del Este para los judíos que iban a
América, y Oliver pudo haber ido con ellos, pero descubrió una oportunidad en
el negocio del cine por cinco centavos, como Carl Laemmle y LB Mayer lo harían
en la misma época en América. Diez años más tarde, David era el dueño del
Oliver Cine, en Berlín, y el principal representante en Berlín para el Nordisk
Film Co., una de las empresas de cine más grandes de Europa, que controló la
primera película que se rodó  y se
estrenó en los numerosos cines del continente.
Oliver Film produjo nada
menos que 65 películas al año, muchas de ellas comedias cortas con talento
local, como Dorrit Wechsler. En noviembre de 1917, David Oliver se convirtió en
miembro fundador de la junta del gigante UFA Film, después Nordisk se fusionó
con otras grandes empresas de cine alemán y las bendiciones del alto mando
alemán militar del general Ludendorff, creando una de las primeras empresas
cinematográficas con una estructura vertical y horizontal en el mundo, que
abarcaban la producción, distribución y exhibición. Con el fantástico sueldo de
44.000 marcos alemanes al año, Oliver fue nombrado jefe de la enorme cadena de
cines de la empresa. Su nombre vuelve a aparecer en 1929 como uno de los
constructores de la mayor sala de cine de Europa en Hamburgo, el magnífico
UFA-Palast con 2.667 asientos.
En algún momento después
del 1 de abril de 1933, cuando la UFA despidió al 100% de los empleados que
habían sido identificados por los nazis como judíos, David Oliver emigró a
España, donde fundó Iberica Films.
Aquí nos cuentan otros
textos que esa empresa contó con la colaboración de otro judío, Kurt Flatau,
también alemán, doctorado en filosofía en la Universidad de Gottingen y que en
1933 era director del importante MarmorhausTheater de Berlin. Luego se incorporó como Director General, J.
J. Letsch, un judío estadounidense que había sido gerente de la Metro Goldwyn
Mayer.
En este proyecto también
participaron el director de fotografia, Henrich Gäetrner; el compositor alaman
Max Winterfeld, y el decorador Herbert Lippschitz, todos ellos eran judíos y
trabajaron en la película Doña Francisquita, estrenada el 1934. En Julio de
1934, la revista judía del ámbito internacional, Shalom, publicó un comentario
de Oliver en España: “A excepción de algunos intelectuales que se han
instalado en Madrid muchos judíos fugados de Alemania se han instalado en
Barcelona. Muchos han traído màquines del extranjero y han fundado empresas,
una de las más importantes ha sido Ibérica Films”.
Oliver se las arregló
para producir varios títulos, antes de que el
Generalísimo Franco y la Guerra Civil española le llevaran al exilio una
vez más. Él emigró a Londres con su familia, donde ayudó a Alexander Korda,
también él un inmigrante judío húngaro, encontró lo que sería Denham Studios,
un edificio con el diseño Bauhaus de Walter Gropius destinado a convertirse en
el centro de estudio más moderno del Reino Unido y que había de ofrecer,
clásicos como El retorno de Pimpinela escarlata (1937), Las cuatro plumas
(1939), y El ladrón de Bagdad se produjeron (1940). Oliver se convirtió en
director general de los Denham Studios laboratorios, que procesó otras
incontables películas para el estudio
inglés. Permaneció en ese cargo hasta su muerte en noviembre de 1947 a la edad
de 67 años. A pesar de su larga asociación con Korda, con quien habían
revitalizado, sin ayuda, la industria del cine que no era muy activa en el
Reino Unido, el nombre de David Oliver solo se encuentra en un solo libro sobre
el cine británico.